CUANDO EL JOVEN SE ENAMORA DE SÍ MISMO

Por Isabel F. Lantigua

«Porque yo lo valgo», dice la publicidad de una marca de cosméticos y productos de belleza. El mismo lema que tienen bien interiorizado los adolescentes narcisistas, quienes -sin hacer nada- creen que lo merecen todo y que los demás deben satisfacer sus deseos.

El narcisismo es un trastorno de la personalidad que, en casos extremos, desemboca en conductas agresivas y violentas y que está detrás de algunas de las recientes matanzas escolares, como la protagonizada por Matti Juhani Saari en un instituto de Finlandia. Sus vídeos con amenazas y con armas explicando lo que iba a hacer podrían responder a un perfil narcisista, según explican los psiquiatras.

Esta semana, la eminencia en la materia Otto Kernberg, miembro titular de la Sociedad Psicoanalítica Americana, ha debatido sobre la cuestión en Madrid, en un ciclo sobre la conflictividad adolescente. Su teoría del narcisismo, que tiene muchos seguidores, lo define como «un sí mismo integrado, pero patológico y grandioso y, dentro de esta línea, se encuentran de menor a mayor gravedad: el trastorno narcisista, el narcisismo maligno y el trastorno antisocial. En el primero se observa un sí mismo irreal e idealizado con algún grado de conducta antisocial; se transforma en narcisismo maligno cuando aparecen conductas como crueldad, sadismo u odio y tendencias paranoides. Y el estado más grave es el trastorno antisocial donde no existe la capacidad de sentir culpa o preocupación por otros».

El mito de Narciso

Según la mitología griega, Narciso era un joven de gran belleza del que tanto mujeres como hombres se enamoraban, pero él rechazaba a todos. Una de sus fervientes admiradoras era la ninfa Eco, a quien la diosa Hera había condenado a no poder hablar, sólo a repetir lo que los demás decían, por lo que nunca pudo declararle a Narciso su amor. Pero un día que le vio en el bosque salió a su encuentro con los brazos abiertos y él la rechazó cruelmente. Ella entonces se recluyó en una cueva para siempre y Narciso fue castigado por la diosa de la venganza, Némesis, para que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. Tan absorto estaba con su contemplación que acabó arrojándose a las aguas.

Este mito es el que hace que el narcisismo se identifique, sobre todo, con el aspecto físico. Pero, según explica a ELMUNDO.es el doctor Gonzalo Morandé, jefe de la Sección de Psiquiatría del Hospital Universitario Niño Jesús de Madrid, «la cuestión física es la última variable del trastorno narcisista, responsable de muchos casos de anorexia, pero la enfermedad también engloba factores emocionales, sociales, familiares y escolares».

Este experto afirma que «hemos evolucionado hacia una sociedad narcisista y exhibicionista» y reconoce que «cierto grado de narcisismo es indispensable». El problema llega cuando se lleva a extremos «y los adolescentes comienzan a portarse de manera muy agresiva, a delinquir y, lo que es peor, no sienten ningún arrepentimiento por sus actos, por lo que pueden cometer auténticas barbaridades».

El adolescente narcisista es «egocéntrico, exhibicionista y con un afán, casi una verdadera obsesión, de llamar la atención, de que sus actos sean admirados y aplaudidos porque, eso sí, no soporta las críticas», señala Morandé. Y, pese a ir de gallitos, lo cierto es que «su autoestima es bajísima», indica.

Para los padres, algunos signos de alarma son que «estos chicos fracasan en todo. No tienen empatía, llevan mal las relaciones sociales, la convivencia en casa y los estudios. Piensan que, como son superiores les llegarán los conocimientos por ciencia infusa».

El trastorno se suele desarrollar «hacia los nueve o 10 años y llega a su punto álgido en torno a los 14″, dice el psiquiatra del Niño Jesús, que reconoce que «en los últimos tiempos han aumentado los casos y que es más común en hombres».

En extinción

Pese que la sociedad es cada vez más narcisista -basta con echar un ojo por las redes sociales-, la existencia de esta patología está en entredicho. La Biblia de los trastornos mentales, el famoso DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos mentales) planea eliminar el narcisismo como trastorno en su próxima edición, que saldrá en 2013, algo que divide a los expertos.

Para Morandé «es un tema que cada cierto tiempo está debatiéndose. En mi opinión, se trata de una cuestión de las compañías de seguros de Estados Unidos, que presionan para que no sea considerado un trastorno y así, en los crímenes que pueden llegar a cometer los afectados, no pueda alegarse enfermedad. Se ahorrarían dinero».

Extraído de aquí.

EL EXPERIMENTO DE DAVID ROSENHAN

El experimento de Rosenhan fue una prueba sobre la validez del diagnóstico psiquiátrico que llevó a cabo el psicólogo David Rosenhan en 1972. Fue publicado en la revista Science bajo el título «On being sane in insane places» («Sobre estar cuerdo en centros para locos»).

El estudio de Rosenhan consistió en dos partes. La primera usó a colaboradores sanos o «pseudopacientes», quienes simularon alucinaciones sonoras en un intento de obtener la admisión en 12 hospitales psiquiátricos de cinco estados de los Estados Unidos. La segunda parte consistía en pedir al personal del hospital psiquiátrico que detectara a pacientes «falsos». En el primer caso, el personal del centro sólo detectó a un pseudopaciente, mientras que en el segundo el personal detectó un gran número de pacientes reales como impostores. El estudio está considerado como una importante e influyente crítica a la diagnosis psiquiátrica.

El estudio concluyó: «Parece claro que no podemos distinguir al sano del loco en los manicomios» y también ilustró los peligros de la despersonalización y etiquetaje en las instituciones psiquiátricas. Se sugirió que el uso de instalaciones comunitarias para la salud mental que se preocuparan de problemas específicos más que de asuntos psiquiátricos podía ser una solución y recomendó educar a los trabajadores para hacerles más conscientes de la psicología social implícita en esas instalaciones.

El experimento de los pseudopacientes

Ocho «pseudopacientes» aseguraban escuchar voces poco claras (las supuestas voces eran únicamente tres sonidos-palabras: «vacío», «agujero» y ruidos sordos). Ningún otro síntoma era simulado. Todos los pseudopacientes fueron aceptados. Siete de ellos fueron diagnosticados de esquizofrenia, y el último de trastorno bipolar.

Los pacientes inexistentes

Rosenhan se empleó aquí en un centro que ya había recibido los resultados de su estudio y el personal pensaba que ellos no cometerían errores similares en su institución. Rosenhan dijo que durante tres meses, uno o más pseudopacientes intentarían adquirir la admisión y que ellos deberían detectar a los impostores. De 193 pacientes, 41 fueron considerados impostores y más de 42 se consideraron sospechosos. En realidad, Rosenhan no envió pseudopacientes y todos los que fueron considerados impostores eran pacientes genuinos. Se concluyó que cualquier proceso de diagnóstico permite demasiados errores, así que no puede ser fidedigno. Estudios similares encontraron problemas idénticos.

Extraído de aquí.

Referencias:

«EL MARKETING DE LA LOCURA – VENDIENDO LA ENFERMEDAD»

Este vídeo empieza hablando del trastorno de ansiedad social creado por los departamentos de marketing y publicidad de las farmacéuticas y voceado por líderes psiquiatras, para después recorrer varios síndromes psiquiátricos que han aumentado mil veces su prevalencia del 0,1 % al 10% de la población como la depresión y el trastorno bipolar, en poco tiempo.

Extraído de aquí.

Comentario del video:

EL Marketing de La Locura

Un vídeo de los canales Ankesenaton y SaavedraAbel

La compra-venta de la enfermedad es una estrategia altamente exitosa que convierte las situaciones normales de la vida en condiciones de enfermedad psiquiátrica, haciendo que la gente de todos los estratos sociales se preocupe acerca de la «enfermedad mental» más reciente; y que soliciten una pastilla.

LA TEORÍA DEL «DESEQUILIBRIO QUÍMICO DEL CEREBRO» ES EL FRAUDE MÁS EXITOSO DE LA PSIQUIATRÍA.

Al paso de los años, la psiquiatría ha convencido a millones de personas que sus cambios emocionales, se deben a la deficiencia de serotonina y que solamente pueden ser aliviados tomando fármacos que trastornan la mente, como los antidepresivos.

Cuando se dio a conocer la teoría del desequilibrio químico cerebral, surgió una avalancha de críticas y cuestionamientos, tanto que, el Dr. Steven Sharfestein, entonces presidente de la Asociación Americana Psiquiátrica (APA) tuvo que retractarse públicamente diciendo que «no existe ninguna prueba contundente de laboratorio que determine la existencia de un desequilibrio químico en el cerebro».

El vocero de la APA, el Dr. Marc Graff, dijo que la teoría del desequilibrio químico del cerebro, ERA PROBABLEMENTE UNA AFIRMACIÓN PROVENIENTE DE LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA
(No resulta para nada sorprendente si consideramos que sólo por la venta de antidepresivos semueven más de 13 mil millones de dólares anuales).

Cuando se le preguntó al Dr. David Burns, ganador del premio A.E. Bennett de la Sociedad de Bioética de Psiquiatría, sobre el estatus de la teoría del desequilibrio químico de la serotonina, dijo: «pasé los primeros años de mi carrera, investigando tiempo completo el metabolismo de la serotonina, pero nunca encontré ninguna evidencia convincente de que cualquier trastorno psiquiátrico, incluyendo la depresión, fuera debido a una deficiencia de serotonina del cerebro, de hecho no hay forma de medir los niveles de serotonina en una persona viva, por lo que no hay forma de probar éstas teorías».

A pesar de estos hechos, se les ha prescrito psicofármacos a decenas de millones de personas en todo el mundo, Muchos de los consumidores creen, debido al bombardeo de publicidad, que están corrigiendo una condición física, CONDICIÓN QUE SIMPLEMENTE NO EXISTE.

Recién en el 2004, y después de las innumerables tragedias que se habían registrado, se alertó al público del riesgo que corren los niños y adolescentes al tomar antidepresivos. También los adultos corren los mismos riesgo (entre ellos el suicidio).

Los antidepresivos son peligrosos, causan entre otras cosas, ansiedad, agitación, ataques de pánico, insomnio, irritabilidad, hostilidad, impulsividad, acatisia (intranquilidad severa), hipomanía (excitación anormal, manía leve) y manía (psicosis caracterizada por sentimientos exagerados y alucinaciones).

Mientras que los psiquiatras insisten en que la enfermedad es una condición neurobiológica, y han gastado miles de millones de dólares sin haber conseguido evidenciar esta teoría, el psicólogo Bruce Levine, autor de Commonsense Rebellion (La Rebelión del Sentido Común) está dentro de aquellos que han enderezado los conceptos diciendo: NO SE HAN ESTABLECIDO MARCADORES BIOQUÍMICOS O GENÉTICOS PARA EL TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN, EL TRASTORNO OPOSICIONISTA DESAFIANTE, LA DEPRESIÓN, ESQUIZOFRENIA, ANSIEDAD, COMPULSIÓN POR EL ALCOHOL O EL ABUSO DE DROGAS, SOBREALIMENTARSE, APOSTAR, O NINGÚN OTRO DE LOS SUPUESTOS ENFERMEDADES, MALES O TRASTORNOS MENTALES.

http://www.luchaporlosninos.com/

Este video es parte del documental en DVD «El Marketing de la Locura: ¿Estamos todos locos?»

Evidentemente somos ganado viviendo en una granja de experimentación y exterminio, donde quienes se creen dueños, hacen lo que se les ocurre con el resto de los humanos… SALGAMOS DE ELLA!!! DE NOSOTROS DEPENDE.

UNA MÁQUINA PARA INVENTAR ENFERMEDADES

Por Miguel Jara

Durante los últimos años se ha publicado mucho sobre el fenómeno que los anglosajones denominan disease mongeringtráfico de enfermedades. El concepto de enfermedad está estirándose todo lo posible para abarcar a la mayor cantidad de personas que sean catalogadas como “enfermas”, aunque no lo estén, claro. El objetivo es que todo el mundo esté medicado para algo. Pero hoy no vamos a tratar sobre ninguna de ellas, eso ya lo hemos hecho en otras ocasiones y seguiremos haciéndolo. Resulta que el escritor Mike Adams ha desarrollado un invento por el que cualquier persona puede crear su propia enfermedad mental. Con ello trata de poner en evidencia los enormes intereses creados que hay en torno a determinadas enfermedades que no lo son y que sólo existen como excusa para vender más fármacos. Adams ha denominado a su invento La máquina de crear enfermedades.

Ésta consiste en un programa que coge al azar un grupo de síntomas que suelen darse en persona con patologías psiquiátricas y genera extraordinarios diagnósticos -inventados, claro- pero cuya gracia -o falta de ella- está en que suelen asemejarse a denominaciones de enfermedades mentales que podemos encontrar en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales que, publicado por la Asociación Psiquiátrica Estadounidense, es más conocido como DSM-IV. Este manual es la “Biblia” de la psiquiatría y en la actual versión, la cuarta, ofrece un catálogo de más de 800 enfermedades mentales (en breve renovará su contenido y se auguran numerosas nuevas patologías que sumarán más de 1.000 diagnósticos diferentes). Se da la circunstancia que un estudio publicado en abril de 2006 en Psychotherapy and Psychosomatics reveló que más de la mitad de los 170 miembros del panel responsables del DSM tenían nexos financieros ocultos con la industria farmacéutica, cifra que ascendía al 100% de los “expertos” en los paneles sobre trastornos de la personalidad incluidos en el DSM.

Adams denuncia que la psiquiatría en buena medida hace tiempo que perdió el rumbo y se ha convertido en parte del marketing de las farmacéuticas. Lo cierto es que multitud de especialistas han cuestionado durante los último años “enfermedades” como la Fobial social, con la que se diagnostica a personas a las que les cuesta hablar en público; el Síndrome de las Piernas Inquietas, ciertos problemas nerviosos de origen desconocido reconceptualizados como “enfermedad” por determinado laboratorio interesado en vender antidepresivos; o el Déficit de Atención con o sin Hiperactividad, la inquietud propia de la infancia y pubertad.

Un ejemplo de enfermedad creada por esta máquina es el Trastorno Hipoactivo Dismórfico Mental (HDMD):

“Que aparece como extrema resistencia y bajo consumo de energía que se correlaciona con la infelicidad extrema cuando se involucran en la actividad cognitiva extenuante”.

O también la Disfunción Género Nervioso Hiperactivo (HNGD):

“Comportamiento de alta energía que se correlaciona con una alteración fisiológica que crea síntomas de agitación y sudoración relacionados con las preferencias de pareja sexual”.

Y así hasta varias decenas de miles de combinaciones que surgen como parodia de lo que Adams denomina la teoría de los hermanos siameses:

Según este autor, las grandes corporaciones farmacéuticas y la psiquiatría moderna son una especie de hermanos siameses unidos por partes vitales del cuerpo. Por supuesto que de intentar separarlos, uno (o tal vez los dos) morirían de manera indefectible. Y ellos dependen uno del otro para poder tener un éxito comercial que les depare un venturoso porvenir. Un grupo es el encargado de inventar las enfermedades ficticias y el otro ha llegado al mundo para fabricar las soluciones (las drogas) a estas enfermedades, a veces funcionando a la inversa, cuando las compañías farmacéuticas ensayan nuevas drogas en tratamientos aún por comprobarse que apenas han superado las instancias de ensayos de laboratorio.

Por último, un consejo del creador de La máquina de crear enfermedades, que dicho de paso explica que no pretende desacreditar a la buena Medicina:

Consultar a un profesional de confianza es fundamental para no caer en la trampa.

Artículo original aquí.

CRIMEN PSIQUIÁTRICO (ANTIPSIQUIATRÍA VS PSIQUIATRÍA)

Programa en televisión abierta del canal 22 para informar a los jóvenes sobre la terapia electroconvulsiva – electrochoques, depresión, psicofármacos, déficit de atención e hiperactividad, tortura, tratos degradantes y la violación a los derechos humanos en el área de la salud mental en México.

http://www.auxilioavictimasdecrimensiquiatrico.org

LIC. MARIO CANTU GUNDLACH.

CIENTÍFICOS BRITÁNICOS AFIRMAN QUE ‘ESCUCHAR VOCES’ NO ES NECESARIAMENTE UN PROBLEMA Y QUE ES MÁS COMÚN DE LO QUE SE CREE

Este interesante reporte del portal web de noticias Esmas (cuya fuente es Noticieros Televisa) habla sobre el caso de las voces que escuchamos o podríamos escuchar en nuestra cabeza.

Por Horacio Rocha Staines

LONDRES, Inglaterra, oct. 20, 2006.- Muchos de nosotros escuchamos ‘voces’ quizá mientras caminamos por la calle o estando solos en la casa.

Quizá en compañía de otras personas, y posiblemente hasta conversamos con ellas.

Pero hay quienes van mas lejos, y esas voces rigen su vida, aquéllos que sufren de esquizofrenia, y que pueden hasta terminar matando a otras personas si la voz se los exige.

Se dice que a varios niveles, hasta 1 de cada 25 personas escucha voces.

Esto asusta, y socialmente es visto como un tipo de enfermedad mental. Pero un grupo de científicos de la universidad inglesa de Manchester afirma que tener ‘voces en nuestra cabeza’ no es necesariamente un problema, y que es tan común, que en muchos casos es totalmente normal.

«Depende de cada individuo, si las voces molestan o son amenazantes entonces se debe buscar ayuda lo antes posible. En el Reino Unido en promedio se debe esperar hasta 18 meses para recibir la ayuda necesaria, y si las voces son dañinas, esos 18 meses pueden dejar a un esquizofrénico seriamente enfermo», explica Paul Corry, director de la caridad mental británica, “Rethink”.

Hay casos continuos de personas que escuchan voces, que no buscan ayuda, y que en esas voces encuentran hasta inspiración y respuesta a preguntas, y por lo tanto, tienen un efecto positivo en sus vidas.

Pero ¿por qué algunas personas sienten miedo al oír voces, y otras no?; la respuesta no parece estar en las voces en sí.

Lo importante parece ser el cómo interpretamos las voces, Si tuvimos un pasado traumático y nos sentimos vulnerables podemos ver las voces como hostiles, si al contrario, nos sentimos felices y seguros, veremos la voz como algo positivo.

Si bien tener esa voz en nuestra cabeza puede ser ‘normal’ también hay que tener mucho cuidado.

«Algunas veces las voces dicen cosas horribles o dan ideas al paciente, ideas que no funcionan dentro de una sociedad. Entonces su círculo les dice que necesitan ayuda, que están enfermos y necesitan tratamiento. Las voces pueden ser un serio problema si no te permiten funcionar, si no puedes ir a trabajar, formar relaciones con la gente, dejarte solo en tu propio mundo», asevera Corry.

Otros estudios dicen que hasta el 70 por ciento de las personas que oyen voces saben que evento en su vida pasada lo provocó, y que hablar de ello y lo que significan es una manera efectiva de reducir su ansiedad y soledad.

Artículo original aquí.

EL USO DE LA PSIQUIATRÍA COMO MÉTODO DE REPRESIÓN SOCIAL EN LA UNIÓN SOVIÉTICA

Introducción

En la Unión Soviética, la Psiquiatría fue usada con fines represivos. Los hospitales psiquiátricos eran usados frecuentemente por las autoridades como prisiones en orden de aislar prisioneros políticos (disidentes del sistema) del resto de la sociedad, desacreditar sus ideas , y destruirlos física y mentalmente, en una especie de tortura.[1] Psijushkapsikhushka(Ruso: психушка) es un término coloquial ruso para referirse a un hospital psiquiátrico. Ha sido usado ocasionalmente en otros idiomas desde que en Occidente se supo de la existencia del movimiento disidente dentro de la Unión Soviética.

Historia

Los psijushkas habían sido usados hacia finales de los años 1940 (Ver: Alexander Esenin-Volpin) y durante «la era de deshiele de Jrushchov» ocurrida en la década de los 1960. Uno de los primeros psikushkas fue el Hospital y Prisión Psiquiatríca ubicado en la ciudad de Kazán. Luego fue transferido al control del NKVD en 1939 bajo el mando de Laurenti Beria, quien llegaría ser la mano derecha del dictador Iósif Stalin.[2] El 29 de abril de 1969 el líder del KGB Yuri Andrópov, envió al Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética un plan para crear una red de psikushkas.[3]

La psiquiatría oficial controlada por el estado abusó en el diagnostico de «Esquizofrenia lentamente progresiva»(вялотекущая шизофрения, transliterado como vialotekushchaya shizofreniya) una forma especial de enfermedad la cual supuestamente afectaba al individuo solamente en su comportamiento social, sin ninguna huella de otra característica. «Muy frecuentemente, ideas acerca de luchar por la verdad y la justicia se forman en la mente de personalidades con una estructura paranoica», esto de acuerdo a los profesores del Instituto Serbski de Moscú.[4] (Comentario de los archivos de Vladímir Bukovski) Algunos de ellos eran de alto rango dentro del Ministerio del Interior de Rusia, tales como el infame Danil Luntz que según Viktor Neikipelov, fue la personificación de «nada menos que, el doctor criminal quien efectuó experimentos inhumanos en prisioneros como se llevaba a cabo dentro de los campos de exterminio nazi.[5]

Los individuos sanos quienes eran diagnosticados con enfermedad mental eran enviados a hospitales psiquiátricos ordinarios mientras que aquellos quienes eran considerados especialmente peligrosos al régimen eran enviados a otros dirigidos directamente por el Ministerio del Interior de Rusia.

El tratamiento incluía varias formas de represión y tortura como el electrochoque o electroshock, radiación, aislamiento, tareas forzadas, uso de distintas drogas psicotrópicas (tales como, narcóticos, antipsicóticos, e insulina) lo cual tenía secuelas graves en el individuo y algunas veces ello implicaba recibir una paliza. Nekipelov describió el uso inhumano de procedimientos médicos tales como las punciones lumbares.

Al menos 365 personas sanas fueron tratadas por presentar una «definida locura política» en la Unión Soviética y seguramente en realidad pudieron ser millares mas.

El abuso psiquiátrico expuesto

En 1971, Bukovski logro filtrar al occidente más de 150 páginas en donde se documentaba el abuso psiquiátrico por parte de las instituciones de salud mental por razones políticas en la Unión Soviética. Los sucesos conmocionaron a los activistas de los derechos humanos de todo el mundo incluyendo a los de la misma Unión Soviética. En enero de 1972, las autoridades soviéticas encarcelaron a Bukovski durante 7 años a los cuales se agregaron 5 años más que vivió en el exilio, por ponerse en contacto con periodistas extranjeros y por posesión y distribución de literatura clandenstina o samizdat.

Junto con un compañero joven dentro de la prisión de Vladimir, el psiquiatra Seymon Gluzman, Bukovski elaboró Un Manual de Psiquiatría para disidentes [6] a fin de ayudar a otros disidentes a luchar en contra de los abusos de las autoridades.

En 1971 el profesor Andrei Sájarov (o Sákharov), quien para ese entonces ya era uno de los más renombrados físicos soviéticos, apoyó la protesta de dos presos políticos, V Fainberg y V Borisov, quienes anunciaron una huelga de hambre en contra del agresivo tratamiento terapéutico basado en medicamentos peligrosos para la actividad mental, en una institución psiquiátrica de Leningrado. Por su activismo en defensa de los derechos humanos Sájarov fue expulsado de la Academia de Ciencias Soviética y fue enviado al exilio interno.

Reacción de la Asociación Psiquiátrica Mundial

Cuando el primer asunto fue expuesto en la Asociación Psiquiátrica Mundial (APM, WPA según su sigla en inglés), la delegación soviética amenazó con retirarse de la organización internacional, así que la APM incrementó su interés en el asunto. Mientras el número de casos documentados de abuso se incrementaban así lo hacían las protestas, la APM cambió su postura y adoptó un código de conducta ética para su miembros y estableció cuerpos de investigación para reforzarlo.

El primer comité en contra del abuso político de la psiquiatría fue fundado en 1974 en la ciudad suiza de Ginebra (Genève). En 1977, el Congreso Mundial de la APM efectuado en Honolulú adoptó la «Declaración de Hawaii», el primer documento en establecer una serie de estándares para guiar el trabajo de los psiquiatras en todo el mundo. El congreso también hizo una condena oficial a los abusos psiquiátricos ejercidos por el régimen soviético por vez primera. En 1982 enfrentando la inminente expulsión de la APM, la delegación soviética optó por su retiro voluntario, y en 1983 la APM en su congreso verificado en Viena adoptó la resolución de adoptar estrictas condiciones para su reincorporación. La campaña de Mijaíl Gorbachov denominada glásnost, contribuyó significativamente a la exposición de más evidencias en la prensa soviética. En 1989, dos años antes del colapso del régimen soviético, la delegación soviética reconoció el abuso sistemático de la psiquiatría con fines políticos verificado en su propio país.

Tiempos post-soviéticos

El Instituto Serbski de Moscú sigue conduciendo miles de evaluaciones ordenadas por una corte al año, y es fuente de nuevas teoría conspirativas.

Cuando el criminal de guerra Yuri Budanov fue evaluado ahí en 2002, el panel que efectuó el análisis fue conducido por Tamara Pechernikova, quien anteriormente había condenado a Natalia Gorbanevskaya. Budanov no fue encontrado culpable en razón de padecer «locura temporal», después de su atrocidad pública fue encontrado sano por otro panel que incluía a Georgi Morozov, director del instituto quien había declarado locos a muchos disidentes en el pasado. [7]

Han habido reportes en la primera década del s. XXI acerca de un renovado encarcelamiento en instituciones psiquiátricas de gente «inconveniente» para las autoridades rusas. La BBC reportó el caso notable de la disidente rusa Larisa Arap quien fue confinada de manera forzada a una clínica psiquiátrica localizada en Apatity. [8][9][10][11][12]

Bibliografía:

[1] Sidney Bloch y Peter Reddaway Soviet psychiatric abuse: The Shadow over world psychiatry («Abuso psiquiátrico soviético: La sombra sobre la psiquiatría mundial), Victor Gollancz, Londres, 1984.

[2] Vadim J. Birstein. The perversion of knowledge: The true story of soviet science («La perversión del conocimiento: La verdadera historia de la ciencia soviética»), Westview Press, 2004.

[3] Yevgenia Albats and Catherine A. Fitzpatrick. The State within a State: The KGB and its hold on Russia – Past, present and Future («El Estado dentro del Estado: El KGB y su dominio sobre Rusia – Pasado, presente y futuro»), 1994.

[4] Anne Applebaum, Gulag: A history, Doubleday, abril de 2003, edición de tapa dura, 677 páginas (tapa blanda o rústica, Bantam Dell, mayo de 2004, 736 páginas.

[5] Introduction online Anne Applebaum, Gulag: A History, Doubleday, abril de 2003, tapa dura, 677 páginas. (Bantam Dell, 11 de mayo de 2004, 736 páginas)

[6] Un manual de psiquiatría para disidentes (en ruso) (Пособие по психиатрии для инакомыслящих).

[7] Psychiatry’s painful past resurfaces («El doloroso pasado psiquiátrico reaparece en la superficie», en el sitio web del pediódico checheno Chechen Times, y reproducido por el diario estadounidense The Washington Post en 2002.

[8] Speak out? Are you crazy? («¿Hablar abiertamente? ¿Estás loco?»), Kim Murphy, en el diario Los Angeles Times, 30 de mayo de 2006.

[9] In Russia, Psychiatry Is Again a Tool Against Dissent, Peter Finn, en el periódico The Washington Post, 30 de septiembre de 2006.

[10] Psychiatry used as a tool against dissent – por la Asociación Estadounidense de Médicos y Cirujanos (Association of American Physicians and Surgeons), 2 de octubre de 2006.

[11] Russian dissident ‘forcibly detained in mental hospital’ («Disidente ruso detenido por la fuerza en un hospital mental»), por Alastair Gee, en el periódico británico The Independent, 30 de julio de 2007.

[12] Psychiatric abuse claim in Russia («Afirmaciones sobre abuso psiquiátrico en Rusia»), BBC (British Broadcasting Corporation), 30 de agosto de 2007.

Lectura relacionada:

  • Elizabeth Antébi, Droit d’asiles en Union Soviétique («Derecho psiquátrico en la URSS»), Julliard, París, 1977.
  • Anne Applebaum, Gulag: A history, Doubleday, Nueva York, 2003.
  • Marc Boulet, Dans la peau d’un… («En la piel de un…»), Seuil, París, 2001.
  • Harvey Fireside, Soviet psychoprisons («Prisiones psiquiátricas soviéticas»).

LA PROMOCIÓN DE LA ENFERMEDAD: EL PAPEL DE LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA, EL PAPEL DE LA MENTALIDAD MÉDICA

Por Marian Uria Urraza, socióloga de la Salud – MARIANUU@princast.es

Introducción

Esta ponencia es el resultado del acercamiento a la bibliografía sobre una cuestión que está generando, sobre todo en estos últimos años, un importante debate, no solo en el ámbito de literatura médica, sino también en la opinión pública. La implicación que este fenómeno, conocido como disease mongering o promoción de la enfermedad, tiene en la salud y en la vida de las mujeres hace necesario este acercamiento y, sobre todo, el debate y la acción organizada.

La construcción de la enfermedad: del poder médico al poder de la industria farmacéutica.

Para poder analizar el papel de la mentalidad médica y de la Industria Farmacéutica en la promoción de la enfermedad, es necesario revisar cómo la enfermedad, y por ende la salud, son conceptos que, aparte de la existencia o no de una afección biológica, se construyen socialmente y por tanto varían de un contexto a otro y de una época a otra.

El abordaje de la construcción social de la enfermedad, se ha realizado desde la Sociología de la Salud, pero con distintos enfoques, dependiendo de las diversas teorías sociológicas: Funcionalismo (Talcot Parsons), Interaccionismo simbólico (Irwin Goffman), Análisis del conflicto (Vicente Navarro, Ivan Illich), Foucoult…

Un concepto clave en el análisis de la construcción social de la enfermedad es el del “rol del enfermo (o enferma)”. Para que alguien sea etiquetada como una persona enferma es necesaria la actuación de quien tiene el poder de adjudicar esta etiqueta. Este papel lo ejerce la profesión médica, que ostenta desde el siglo XX el monopolio sobre el derecho a definir y tratar la salud y la enfermedad, como señala Eliot Freidson en La profesión médica (1).

Sin embargo, cada vez en mayor medida, esta capacidad de etiquetaje que ha venido ostentando la profesión médica, está siendo mediatizada, condicionada por el empuje de la Industria Farmacéutica.

Ya que es la profesión médica la que puede realizar diagnósticos, es necesario convencerla, bien por medio de la financiación directa de actividades formativas, o por la esponsorización de investigaciones y comités científicos que han de definir o redefinir problemas de salud. La construcción social y científica de la enfermedad está siendo sustituida por la construcción por parte de las compañías.

El arte de fabricar enfermedades

La promoción de la enfermedad (disease mongering) ha venido siendo analizada desde hace más de una década, tras la publicación en 1992 del libro de Lynn Payer Promotores de enfermedad: cómo los doctores, las compañías farmacéuticas y las aseguradoras te hacen sentir enfermo (2). Pero a raíz del debate suscitado en The British Medical Journal, con los artículos de Ray Moynihan (3,4,5,6,7), entre otros, y la posterior publicación de su libro Medicamentos que nos enferman e industrias farmacéuticas que nos convierten en pacientes, (8), está teniendo una amplia difusión, no solo en el ámbito de la literatura científica, como ya se ha señalado.

Lynn Payer identificaba en su libro diversas tácticas para promover la enfermedad, entre ellas: tomar un síntoma común y hacer que parezca un signo de una grave enfermedad, realizar un uso selectivo de las estadísticas para exagerar los beneficios de los tratamientos, o valerse de profesionales líderes que puedan generar opinión.

En los países desarrollados, en los que cada vez somos más longevos y más vitales, se viene tratando de transformar la preocupación por la salud en preocupación por la enfermedad, haciendo creer a la ciudadanía, a través de campañas publicitarias de concienciación, que demandando más medicamentos o tecnología, alcanza más poder en el proceso de prevención y/o curación. El simple hecho de tener riesgo de enfermar, se convierte en enfermedad (9).

Se fabrican nuevas enfermedades para lanzar al mercado productos nuevos y, tal como algunos autores señalan, las compañías farmacéuticas tienen un claro interés en medicalizar los problemas vitales, de tal forma que actualmente “hay una enfermedad para cada pastilla” (10). Prozac y Viagra han sido dos de los medicamentos estrella que han conseguido ventas multimillonarias.

La promoción de la enfermedad ha tenido y tiene en las mujeres un mercado que es valorado por la industria como inagotable. La medicalización de procesos naturales o fisiológicos como la menopausia ha dado lugar a que se haya llegado a medicar con THS a porcentajes altísimos de mujeres tras la menopausia, hasta la aparición de los estudios concluyentes sobre su inadecuación y graves riesgos.

Pero, mientras se constata a través de la investigación, y se asume por parte de las autoridades sanitarias la evidencia de que cierto fármaco está generando más riesgos y daños que beneficios y se desestima su indicación, miles y miles de mujeres están siendo medicadas. Así, por ejemplo, como señala Ray Moynihan, las mujeres sanas de mediana edad sufren hoy “una silenciosa enfermedad ósea denominada osteoporosis(8,11).

La creación de la Disfunción Sexual Femenina y la movilización contra la medicalización de la sexualidad de las mujeres.

Pero existe una afección que se ha denominado Disfunción Sexual Femenina (DSF) que ilustra de qué forma se ha llegado a medicalizar una faceta de la vida de las mujeres como es la sexualidad, tratándola con productos farmacológicos, cuyos efectos sobre la salud son más que dudosos.

Según señala Leonore Tiefer, profesora de psiquiatría de la Universidad de New York y activista feminista, este es un ejemplo “de libro”. En su artículo Disfunción Sexual Femenina: un caso de estudio de promoción de la enfermedad y de resistencia activista (12), aparecido en PLoS Medicine en abril de este año, examina las actitudes sexuales del siglo XX que fueron cruciales para preparar el escenario para la DSF, así como las etapas en la historia de esta “enfermedad” y las fases de la New View Campaign que cuestiona el acercamiento reduccionista a los problemas sexuales de las mujeres.

Según señala esta autora, la sexualidad ha sido vulnerable a la promoción de la enfermedad, tanto por una larga historia de control social y político (y religioso) sobre las manifestaciones sexuales, lo que ha producido vergüenza e ignorancia; como porque la cultura popular y los medios de comunicación han “inflado” las expectativas sobre la función sexual y la importancia del sexo.

Los cambios que se produjeron en la forma de vivir y expresar la sexualidad a lo largo del siglo XX, entre ellos la aparición de la contracepción, el tratamiento para las ITS, los movimientos de liberación de las mujeres y de gays y lesbianas, etc, dieron lugar a dos enfoques distintos. Uno desde las ciencias sociales, que enfatizaba los determinantes políticos, económicos y sociales de la vida sexual, y otro desde la medicina y también la psicología, que hacía hincapié en patrones basados en la evolución de la motivación, la atracción y la conducta sexual.

En los años ochenta la naturaleza de la investigación sobre sexualidad comenzó a escorarse hacia una nueva “medicina sexual” promovida por urólogos, tecnologías diagnósticas, revistas científicas y después la Industria Farmacéutica. En 1997 se llevó a cabo una reunión bajo el título de “La función sexual en los ensayos clínicos” que fue esponsorizada por compañías farmacéuticas y fue el comienzo de la DSF. Los urólogos usaron ya en este año este término, refiriéndose a aspectos de patología genital femenina que asimilaron a la disfunción eréctil, aplicando el patrón masculino a la sexualidad femenina. Poco después de la aparición de Viagra en 1998, algunos periodistas reclamaban el Viagra femenino o “Viagra rosa”.

A partir de entonces se abrieron algunas clínicas para tratar a mujeres con este enfoque y Pfizer fue la mayor promotora de la DSF desde 1997 hasta 2004, cuando su solicitud de que se aprobara Viagra para tratarla fue desestimada por los pobres resultados de los ensayos clínicos. Sin embargo sus campañas han sido tan importantes que se sigue recetando a mujeres. Por otro lado Proctor & Gamble promocionó los parches de testosterona para tratar el “desorden de deseo sexual hipoactivo”, consiguiendo convencer a los ginecólogos y sus organizaciones, aunque la FDA no aprobó este fármaco llamado Intrinsa, al cuestionar también los ensayos clínicos. Sin embargo hay evidencia de que se utilizan prescripciones de productos con testosterona para mujeres.

La New View Campaign para una nueva visión de la sexualidad femenina, se puso en marcha en 1999, y es un ejemplo de cómo se puede ejercer la acción conjunta de profesionales sensibilizadas y sensibilizados y de las asociaciones de mujeres.

La campaña ha tenido dos componentes cruciales: 1) la elaboración de una crítica teórica al modelo médico de los problemas sexuales, plasmada en el New View Manifiesto, en la que participó un grupo de académicas feministas, activistas y profesionales de la salud, y 2) un activismo de vigilancia de las compañías farmacéuticas, que ha consistido en entrevistas en los medios, conferencias, presentaciones y la elaboración de una web: http://fsd-alert.org

El Manifiesto se centra en la debilidad de la clasificación actualmente prevalente de la disfunción sexual y del modelo médico. Promueve una perspectiva social-constructivista sensible, y recomienda el abandono de los esfuerzos por definir la función sexual “normal”.

Luchar contra la promoción de la enfermedad: tarea ardua pero esencial

Para combatir la promoción de la enfermedad, los y las autoras que están analizando este fenómeno, entre ellas Iona Heath (13), señalan que además de la sensibilización de la población, es necesario que los y las profesionales se cuestionen su capacidad de permanecer al margen de las ofertas de la Industria Farmacéutica, para formación, investigación… Pero fundamentalmente, que quienes toman las decisiones en política sanitaria pongan en marcha medidas en contra de la capacidad creciente de la industria de llegar a producir la bancarrota de los sistemas sanitarios de cobertura universal (13, 14).

Bibliografía:

1. Freidson, Eliot. La profesión médica. Ediciones Península. Barcelona 1978.

2. Payer, Lynn. Disease mongers: How doctors, drug companies, and insurers are making you feel sick. John Wiley & Sons. 1992.

3. Moynihan, Ray, Heath, Iona and Henry, David. Selling sickness: the pharmaceutical industry and disease mongering. BMJ 13 April 2002; 324:886-890. http://www.bmj.com

4. Moynihan, Ray. The making of a disease: female sexual disfunction. BMJ. 4 January 2003; 326:45-7. http://www.bmj.com

5. Moynihan, Ray. Who pays for the pizza? Redifining the relationships between doctors and drug companies. 1: Entanglement. BMJ 2003; 326:1189-1192. http://www.bmj.com

6. Moynihan, Ray. Who pays for the pizza? Redifining the relationships between doctors and drug companies. 2: Disentanglement. BMJ 2003; 326:1193:1196. http://bmj.com

7. Moynihan, Ray and Smith, Richard. Editorial. Too much medicine? BMJ 2003; 324. http://bmj.bmjjournals..com/cgi/content/full/324/7342/859

8. Moynihan, Ray y Cassels, Alan. Medicamentos que nos enferman e industrias farmacéuticas que nos convierten en pacientes. Terapias Verdes, Contrapunto, Barcelona 2006.

9. Applbaum, Kaplan. Pharmaceutical marketing and the invention of the medical consumer. PLoS Medicine; April 2006; Vol 3; Issue 4:445-7. www.plosmedicine.org

10. Moynihan, Ray and Cassels, Alan. A disease for every pill. The Nation, October 17, 2005 issue. http://www.thenation.com/doc/20051017/moynihan

11. Casino, G. Osteoporosis ¿una epidemia inventada? y La promoción de la enfermedad. El País. Separata de Sociedad, pag.31-32, martes 25-04-2006.

12. Tiefer, Leonor. Female sexual disfunction: A case study of disease mongering and activist resistence. PLoS Medicine April 2006; Vol 3; Issue 4:436-440. http://www.plosmedicine.org

13. Heath, Iona. Combating disease mongering: daunting but nonetheless essential. PLoS Medicine April 2006; Vol3; Issue 4:448-451. http://www.plosmedicine.org

14. Moynihan, Ray, Henry, David. The fight against Disease Mongering: Generating knowledge for action. PLoS Medicine. April 2006; Vol 3; Issue 4:425-8. www.plosmedicine.org

Artículo original en formato PDF aquí.

¿EXISTE LA ENFERMEDAD MENTAL?

Por Lawrence Stevens, J.D.

Traducido por César Tort, Ciudad de México, México

Todo diagnóstico y tratamiento en siquiatría, especialmente en siquiatría biologista, presupone la existencia de algo llamado enfermedad mental, conocido también como trastorno mental.  ¿Pero qué se quiere decir exactamente con “enfermedad” o “trastorno”?  Semánticamente, enfermedad (disease en inglés) significa simplemente lo opuesto a tranquilidad o alivio (ease en inglés).  Pero por enfermedad no queremos decir cualquier cosa que perturbe la tranquilidad, ya que tal definición significaría que perder un empleo o los problemas que acarrean las guerras, las depresiones económicas o las riñas con la pareja serían “enfermedades”.  En su libro ¿Es hereditario el alcoholismo? el siquiatra Donald W. Goodwin habla de la definición de enfermedad y concluye:  “Las enfermedades son algo por lo que la gente va a ver doctores…  Se les consulta a los médicos acerca del problema de alcoholismo y por consiguiente el alcoholismo se convierte, por definición, en una enfermedad (Ballantine Books, 1988, p. 61).  De aceptar esta definición — por ejemplo, que por alguna razón la gente consultara a los doctores sobre cómo sacar la economía de la recesión o cómo resolver los problemas conyugales o con una nación vecina —, estos problemas calificarían como enfermedades.  Pero claramente esto no es lo que se quiere decir con “enfermedad”.  En su exposición sobre el significado de enfermedad, el Dr. Goodwin reconoce que existe “una definición más estrecha de enfermedad que requiere de una anomalía biológica” (ibid.).  En este artículo mostraré que no hay anomalías biológicas responsables de las llamadas enfermedades o trastornos mentales porque la enfermedad mental no tiene existencia biológica. Lo que es más, mostraré que la enfermedad mental tampoco tiene una existencia no biológica, excepto en el sentido que el término se usa para indicar desaprobación de algún aspecto de la mentalidad de la persona.

La idea que la enfermedad mental es una entidad biológica es fácil de refutar.  En 1988 el Dr. Seymour S. Kety, profesor emérito de neurociencia en siquiatría, y el Dr. Steven Matthysse, profesor asociado de sicobiología, ambos de la Escuela Médica de Harvard, constataron: “una lectura imparcial de la literatura reciente no nos proporciona la esperada clarificación de la hipótesis de la catecolamina, ni provee evidencia persuasiva sobre otras diferencias biológicas que pueden caracterizar los cerebros de pacientes que padecen una enfermedad mental” (La nueva guía Harvard de siquiatría, Harvard Univ. Press, p. 148).  En 1992 un panel de expertos reunidos por la Oficina del Congreso Americano de Evaluación Tecnológica concluyó:  “Muchas preguntas quedan sin contestar acerca de la biología de los trastornos mentales.  De hecho, las investigaciones aún tienen que identificar causas biológicas específicas para cualquiera de estos trastornos…  Los trastornos mentales se clasifican sobre la base de síntomas porque aún no existen signos biológicos o pruebas de laboratorio para ellos” (La biología de los trastornos mentales, U.S. Gov’t Printing Office, 1992, pp. 13 & 46).  En su libro Guía básica sobre medicamentos siquiátricos, el profesor de la Universidad de Columbia, el Dr. Jack M. Gorman dijo: “Realmente no sabemos qué causa cualquier enfermedad siquiátrica” (St. Martin’s Press, 1990, p. 316).  En su libro La nueva siquiatría, otro profesor de la misma universidad, el Dr. Jerrold S. Maxmen, dijo: “Es un hecho no reconocido el que los siquiatras son los únicos especialistas médicos que tratan trastornos que, por definición, no tienen causas o curaciones conocidas… Un diagnóstico debe indicar la causa del trastorno mental, pero como diré posteriormente, como las etiologías de la mayoría de los trastornos mentales es desconocida, los actuales sistemas de diagnóstico no pueden reflejarlos” (Mentor, 1985, pp. 19 & 36, énfasis en el original).  En su libro Siquiatría tóxica, el Dr. Peter Breggin dijo: “no hay evidencia que cualquiera de los trastornos sicológicos o siquiátricos tenga un componente genético o biológico” (St. Martin’s Press, 1991, p. 291).

Algunas veces se dice que el que las drogas siquiátricas “curen” un pensamiento, emociones o conducta que se denomine enfermedad mental, demuestra la existencia de causas biológicas en las enfermedades mentales.  Este argumento es fácilmente refutado.  Supongamos que alguien toca el piano y que no nos guste que lo haga.  Supongamos que lo forcemos a que tome una droga que lo invalide tanto que ya no pueda tocar más.  ¿Probaría eso que su afición musical era causada por una anomalía biológica que fue curada por la droga?  Esta forma de pensar, tan tonta como parece, es común entre los siquiatras.  La mayoría de las drogas siquiátricas (si no es que todas) son neurotóxicas, esto es, producen en mayor o menor grado una incapacitación neurológica generalizada: detienen la conducta que disgusta a algunos, incapacitando tanto a la persona que ya no puede sentirse enojada, infeliz o deprimida.  Pero llamarle a esto “curación” es absurdo, tan absurdo como la extrapolación que la droga le debió haber curado a tal persona una anomalía biológica, misma que causó las emociones o conductas que a algunos les disgustaron.

Cuando son confrontados con la falta de pruebas que la enfermedad mental es una entidad biológica, algunos defensores de tal creencia dirán que las “enfermedades” sí existen y que pueden definirse como tales sin que haya una anomalía biológica que la cause.  La idea de una enfermedad mental como una entidad no biológica requiere de una refutación más extensa que la postura biologista.

Se cree que la gente está enferma mentalmente sólo cuando su pensar, emoción o conducta es contraria a lo que es considerado aceptable, es decir, cuando a otros (o a los pacientes mismos) no les gusta algo acerca de ellos.  Una manera de ver el absurdo de llamarle a una cosa enfermedad, no porque haya anomalía biológica sino porque algo nos disgusta en una persona, es observar cómo difieren los valores de una cultura a otra y cómo cambian con el tiempo.

En su libro La sicología de la autoestima, el sicólogo Nathaniel Branden escribió:  “Una de las tareas de la sicología es proveer definiciones para salud mental y enfermedad mental…  Pero no existe acuerdo general entre sicólogos y siquiatras sobre la naturaleza de éstas; no hay ni definiciones aceptadas ni un parámetro para comparar un estado sicológico con otro.  Muchos escritores dicen que es imposible establecer definiciones o estándares básicos, esto es, un concepto universal de salud mental.  Estos escritores aseveran que debido a que una conducta es considerada normal y saludable en una cultura, pero neurótica o aberrante en otra, todo es una cuestión de prejuicios culturales. Quienes mantienen esta posición insisten que lo más que uno puede hacer es definir la salud mental como el acato a las normas culturales, declarando que el hombre está sicológicamente sano en la medida en que esté adaptado a su cultura…  La pregunta obvia que surge ante tal definición es ¿qué pasa si los valores y normas de una sociedad dada son irracionales?  ¿Puede la salud mental consistir en estar adaptado a tal irracionalidad?  ¿Qué decir de la Alemania nazi, por ejemplo?  ¿Es un empleado del estado nazi que se siente sereno y feliz en tal régimen un caso de salud mental?” (Bantam Books, 1969, pp. 95s, énfasis en el original).  El Dr. Branden dijo aquí muchas cosas.  Primero, confundió la moralidad con la racionalidad, diciendo que el respeto a los derechos humanos es racional cuando, de hecho, no es una cuestión de racionalidad sino más bien de moralidad. Además de ser incapaz de ver la diferencia, el Dr. Branden confiesa sus valores: que el respecto a los derechos humanos es bueno y que la violación de los mismos (como en el nazismo) es malo.  Pero luego dice: violar estos valores es “irracional” o enfermedad mental.  Aunque los practicantes de siquiatría y de sicología “clínica” no lo admitirán, estas disciplinas tratan esencialmente de valores — valores ocultos bajo la manta de un lenguaje que hace que nos parezca que no son valores sino que se habla de promover la “salud”. Mi respuesta al Dr. Branden es la siguiente:  Una persona que viva en la Alemania nazi y que esté bien adaptado a la misma anteriormente era considerado “mentalmente sano” por esa sociedad, pero si lo juzgamos con los valores de una sociedad que respeta los derechos humanos estaba “enfermo”, como el resto de su cultura.  Sin embargo, alguien como yo añadiría que tal persona estaba moralmente “enferma” reconociendo que la palabra no tiene sino un significado metafórico.  Para alguien como el Dr. Branden, que cree en el mito de la enfermedad mental, esa persona está literalmente enferma y necesita de un doctor.  La diferencia es que yo reconozco mis valores por lo que en realidad son: moralidad.  Es común que un creyente en el concepto de enfermedad mental, como el Dr. Branden en el citado pasaje, tenga los mismos valores que los míos pero que los confunda con el concepto de salud.

Uno de los casos que mejor ejemplifica lo dicho arriba es el del homosexualismo. Hasta 1973 éste fue definido oficialmente como enfermedad mental por la Asociación Psiquiátrica Americana, pero no a partir de ese año.  La homosexualidad estaba definida como trastorno mental en la página 44 del texto de referencia DSM-II: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (segunda edición), publicado en 1968.  En ese libro la homosexualidad es categorizada como “desviación sexual” en la citada página.  En 1973 la Asociación Psiquiátrica Americana votó para remover la homosexualidad de sus categorías diagnósticas de enfermedades mentales (véase “Una curación instantánea” en la revista Time del 1 abril 1974, p. 45.)  De manera que cuando la tercera edición del DSM se publicó en 1980, observó que “en sí misma, la homosexualidad no es una enfermedad o trastorno” (p. 282).  La edición de 1987 del Manual Merck de diagnóstico y terapia dice:  “La Asociación Psiquiátrica Americana ya no considera a la homosexualidad una enfermedad siquiátrica” (p. 1495).  Si la enfermedad mental fuera realmente una enfermedad en el mismo sentido que las enfermedades físicas, la idea de descalificar a la homosexualidad o cualquiera otra mediante el voto sería tan absurdo como que un grupo de médicos descalifiquen el cáncer o la diabetes de la categoría de enfermedad.  Pero la enfermedad mental no es una enfermedad como las otras.  A diferencia de las enfermedades físicas donde hay hechos físicos que tratar, las “enfermedad” mental es completamente una cuestión de valores, de lo correcto y lo equivocado, de lo apropiado y lo inapropiado.  En otro tiempo la homosexualidad parecía tan extraña y difícil de entender que fue necesario invocar el concepto de enfermedad mental para explicarla.  Pero una vez que los homosexuales se movilizaron, mostraron su fuerza numérica y demandaron al menos cierta aceptación social, ya no se consideró apropiado explicar la homosexualidad como una enfermedad.

Un caso que se refiere a diferentes culturas es el del suicidio.  En muchos países como Estados Unidos y la Gran Bretaña una persona que se suicida, que intente hacerlo o que piense seriamente en el suicidio es considerada mentalmente enferma.  Sin embargo, esto no siempre ha sido así en la historia, ni siquiera en toda cultura contemporánea.  En su libro ¿Por qué el suicidio? el sicólogo Eustace Chesser señala:  “Ni el hinduismo ni el budismo mantienen objeciones intrínsecas al suicidio, y en algunas formas de budismo se considera meritoria la autoincineración”.  También señala que “Los celtas se burlaban de esperar la vejez.  Creían que los que se suicidaban antes de perder sus facultades se iban al cielo, y que los seniles que morían de enfermedad se iban al infierno — una interesante inversión de la doctrina cristiana” (Arrow Books Ltd., 1968, pp. 121s).  En su libro Luchando contra la depresión, el sicólogo Harvey M. Ross señala:  “Algunas culturas esperan que la esposa se eche a la pira funeral de su esposo” (Larchmont Books, 1975, p. 20). Probablemente el mejor ejemplo de una sociedad donde el suicidio es aceptado socialmente es el Japón.  En lugar de considerar el hara-kiri como resultado de una enfermedad mental, en algunas circunstancias los japoneses lo consideran normal y aceptable, como cuando salvaguardan su honor o si un japonés es humillado por algún fracaso.  Otro ejemplo que muestra que para los japoneses el suicidio es considerado normal, y no algo loco, fueron los pilotos kamikaze que en la segunda guerra mundial se usaron contra la marina norteamericana.  Se les daba suficiente combustible para un viaje de ida, una misión suicida, donde localizaban a las fuerzas navales americanas y deliberadamente estrellaban sus aviones en los barcos enemigos.  Nunca ha habido un kamikaze americano, o cuando menos ninguno promovido oficialmente por el gobierno de Estados Unidos.  La razón de esto radica en las diferentes actitudes hacia el suicidio en este país y el Japón.  ¿Puede cometerse el suicidio sólo por personas con enfermedades siquiátricas en Estados Unidos y por personas normales en Japón?  ¿O es la aceptación del suicidio en Japón un fallo de ver anomalías sicológicas en una persona?  ¿Estaban los pilotos kamikaze mentalmente enfermos, o simplemente provenían de valores diferentes a los nuestros?  Pero incluso en los Estados Unidos ¿no se realizan actos virtualmente suicidas para salvar a otros soldados o al propio país durante guerras, y no se les considera enfermedad sino valentía?  ¿Por qué creemos que éstos son héroes y no lunáticos?  Parece que condenamos (o “diagnosticamos”) a los suicidas como locos o enfermos sólo cuando terminan sus vidas por razones egoístas (como “¡Es que ya no puedo más!”) más bien que cuando benefician a otros.  El punto en cuestión parece ser éste y no el suicidio.

Lo que demuestran estos ejemplos es que la “enfermedad mental” es simplemente el desviarse de lo que la gente quiere o espera en una sociedad en particular.  La “enfermedad mental” es cualquier cosa en una mentalidad humana que ocasione gran disgusto en otra persona que lo describe así.

Esta situación puede resumirse en lo dicho en un artículo de la revista OMNI (noviembre 1986):  “Los trastornos vienen y se van.  Incluso el concepto de Sigmund Freud sobre la neurosis se abandonó en el DSM-III original (1980).  Y en 1973 los miembros de la Asociación Psiquiátrica Americana votaron para borrar todas las referencias de la homosexualidad como trastorno.  Antes del voto, el ser gay era considerado un problema.  Después del voto el trastorno se relegó a la bodega de antigüedades siquiátrica.  ‘Es una cuestión de moda’ — dijo el Dr. John Spiegel de la Universidad de Brandeis, quien fue presidente de la Asociación Psiquiátrica Americana en 1973 cuando el debate sobre la homosexualidad tuvo lugar —.  ‘Y las modas cambian’” (p. 30).

Lo que está mal con este enfoque es decir que alguien tiene una “enfermedad” siquiátrica sólo porque él o ella no encaja en el cuadro del supuesto diagnosticador o con las ideas de otros sobre cómo “debe ser” respecto a los estándares de vestirse, conducta, pensamiento u opinión.  Claro, cuando esto involucra violar los derechos de otros, el no acatarse a las normas o valores sociales debe detenerse por medio de la ley.  Pero el llamarle a una conducta que no nos gusta “enfermedad”, o el suponer que debe estar causada por una enfermedad sólo porque es inaceptable para los valores actuales, carece de sentido.  Nosotros le llamamos así porque no conocemos las verdaderas razones del pensamiento, emociones o conducta que nos desagradan.  Cuando no entendemos estas razones, creamos mitos para dar una explicación.  En siglos anteriores la gente usó mitos como espíritus malignos o posesiones demoniacas para explicar un pensamiento o conducta inaceptables.  Actualmente la mayoría de nosotros creemos en el mito de la enfermedad mental.  Creer en entidades mitológicas como espíritus malignos o enfermedades mentales nos da la ilusión de que creer el mito es más reconfortante que reconocer nuestra ignorancia.

El llamar al pensamiento, emociones o conducta inaceptables una enfermedad mental podría perdonarse si el concepto “enfermedad mental” fuera un mito útil, pero no lo es.  En lugar de ayudarnos a entender cómo tratar a gente con problemas, o a gente problemática, el mito de la enfermedad mental nos distrae de los problemas reales que requieren enfrentarse.  En vez de estar causados por “desequilibrios químicos” u otros problema biológicos, el desacato a las normas y las reacciones emocionales que les llamamos enfermedades mentales son el resultado de dificultades que la gente tiene para satisfacer sus necesidades, y también tal conducta es resultado de lo que esta gente ha aprendido en sus vidas.  La solución es enseñarle a la gente cómo satisfacer sus necesidades, cómo comportarse y usar cualquier posición que tengan en la sociedad para forzar a otros a respetar sus derechos.  Éste es un trabajo de educación y de vigencia de la ley, no de medicina o de terapias.

EL AUTOR, Lawrence Stevens, es un abogado cuya práctica incluye representar a “pacientes” siquiátricos.  Ha publicado una serie de folletos acerca de varios aspectos de la siquiatría incluyendo las drogas siquiátricas, el electroshock y la sicoterapia.  Sus folletos no están registrados en las oficinas de derechos de autor.  Se te invita a sacarles copias para distribuirlas a aquellos que creas que se puedan beneficiar.

Actualización de 1996

“… la siquiatría moderna aún tiene que probar convincentemente la causa genética/biológica de cualquier enfermedad mental” dice el Dr. David Kaiser en Una observación contra la siquiatría biologista.

Actualización de 1997

“Realmente no sabemos qué causa la enfermedad siquiátrica” escribió el Dr. Jack M. Gorman, profesor de siquiatría en la Universidad de Columbia, en su libro Guía básica sobre medicamentos siquiátricos, Tercera edición (St. Martin’s Press, 1997, p. 314).  El mismo comentario en la edición de 1990 se citó en el artículo de arriba ¿Existe la enfermedad mental?

Actualización de 1998

“Contrariamente a lo que se afirma, no se han encontrado trazos bioquímicos, anatómicos o funcionales que distingan los cerebros de los pacientes mentales [de los normales]” escribió el Dr. Elliot S. Valenstein, profesor emérito de sicología y neurociencia en la Universidad de Michigan en su libro Culpando al cerebro: la verdad acerca de las drogas y la salud mental (The Free Press, 1998, p. 125).

“… no existen criterios externos de validación para los diagnósticos siquiátricos.  No hay pruebas de sangre ni lesiones anatómicas específicas para ninguno de los principales trastornos siquiátricos”, escribió el Dr. Loren R. Mosher, un siquiatra que renunció a la Asociación Psiquiátrica Americana, en una carta fechada el 4 de diciembre de 1998.

Actualización de 1999

“…de los cinco a seis millones de niños que toman estas drogas [por “hiperactividad”], todos son normales.  El país ha sido llevado a creer que cada emoción molesta es una enfermedad mental, y quienes dirigen la Asociación Psiquiátrica Americana saben muy bien que la están promoviendo como enfermedad cuando no hay información científica que confirme cualquier enfermedad mental dijo el neurólogo Fred Baughman, según una cita de la revista Insight (28 de junio, 1999, p. 13; las itálicas fueron añadidas).

“… no hay evidencia de que enfermedades mentales como el ADHD existan” dijo el siquiatra Peter Breggin en la revista Insight (ibid.).  “ADHD” son las siglas en inglés del llamado “trastorno de hiperactividad y de déficit de atención”.

Artículo original aquí.

REPORTE SOBRE EL INCREMENTO DE ADVERTENCIAS INTERNACIONALES SOBRE DROGAS PSIQUIÁTRICAS


Por El Comité De Ciudadanos En Defensa De Los Derechos Humanos

Los gobiernos advierten sobre los peligros

El 30 de junio de 2006, La Suprema Corte de Justicia de Alaska reconoció los peligros que provocan las drogas psiquiátricas, declarando que: “Las drogas psiquiátricas ‘afectan la mente, el comportamiento, las funciones intelectuales, las percepciones, los estados de ánimo y las emociones‘. Y se sabe que provocan una cantidad de efectos secundarios potencialmente devastadores….». Es más, «Dada la naturaleza y el impacto potencialmente devastador de los medicamentos psicotrópicos… ahora, de la misma manera, sostenemos que el derecho a rechazar la ingesta de drogas psicotrópicas es fundamental”.

A continuación se presenta un resumen de algunas de las advertencias publicadas por las agencias reguladoras de drogas, haciéndole saber a los médicos que las drogas pueden inducir a la violencia, al comportamiento homicida, al suicidio y a la muerte, entre muchos otros efectos adversos.

2003:

ENERO: La Agencia Británica Reguladora de la Medicina y de los Productos para el Cuidado de la Salud advirtió a los médicos que no prescribieran antidepresivos Inhibidores Selectivos de Recaptación de Serotonina (ISRS) a menores de 18 años porque corren el riesgo de suicidarse.

JUNIO: En Estados Unidos la Administración de Alimentos y Drogas (FDA) emitió un Boletín Público de Salud con respecto al Paxil, un antidepresivo tipo ISRS, en el que recomendaba que no se administrara a niños por el riesgo potencial de que cometieran suicidio.

JULIO: La Administración de Salud de Canadá advirtió a los médicos que “hasta que no haya más información disponible sobre el Paxil no debe utilizarse en … pacientes infantiles … debido al posible riesgo creciente de los eventos adversos relacionados con el suicidio en esta población de pacientes.”

AGOSTO: La Administración de Bienes Terapéuticos de Australia advirtió que el uso de ISRS durante o después del embarazo, puede causar efectos adversos en los recién nacidos, debido al efecto de abstinencia posterior a la exposición intrauterina, o por un efecto tóxico de la ingestión un ISRS a través de la leche materna. Entre los efectos de abstinencia que presentan los bebés están la agitación, nerviosismo, falta de apetito, somnolencia o aletargamiento, síntomas gastrointestinales e hipotania (tono o tensión muscular deficiente).

SEPTIEMBRE: El Consejo Irlandés de Medicamentos (The Irish Medicines Board) advirtió que el Paxil no era efectivo en niños y adolescentes que padecían “trastorno depresivo mayor”, y el Consejo mostró un aumento en el índice de autodaño y en el comportamiento suicida en personas de esta edad. Recomendó oponerse a la prescripción de antidepresivos para menores de 18 años.

SEPTIEMBRE: La FDA ordenó a los fabricantes de seis nuevas drogas antipsicóticas que agregaran una advertencia en sus etiquetas, sobre el riesgo potencial de provocar diabetes y anormalidades del azúcar en la sangre.

OCTUBRE: La FDA emitió un Boletín Público de Salud sobre el riesgo de causar pensamientos suicidas en los menores que tomaran Paxil.

2004:

MARZO: La FDA advirtió que los antidepresivos (ISRS) del tipo del Prozac pueden causar “ansiedad, agitación, ataques de pánico, insomnio, irritabilidad, hostilidad, impulsividad, akathisia (inquietud o impaciencia severa), hipomanía [entusiasmo anormal], y manía [psicosis caracterizada por ánimos exaltados, y delirio de grandeza].”

MARZO: El Comité de Reacciones Adversas a las Medicinas de Nueva Zelanda, Medsafe, advirtió sobre el riesgo potencial de que cometan suicidio los niños que consumen SSRIs.

JUNIO: La Administración Productos Terapéuticos de Australia publicó un Boletín sobre Reacciones Adversas a las Drogas, reportando que los nuevos antipsicóticos podrían incrementar el riesgo de diabetes.

JUNIO: La FDA ordenó que el empaque del estimulante Adderall incluyera una advertencia sobre muerte súbita cardio-vascular, especialmente en niños con enfermedades del corazón subyacentes.

SEPTIEMBRE: La Autoridad Reguladora Británica de Productos para el Cuidado de la Salud (British Healthcare Products Regularory Authority similar a la FDA), expidió directivas diciendo que la mayoría de los SSRIs no se deberían administrar a niños, ya que datos sobre pruebas clínicas mostraron un aumento en el índice de resultados perjudiciales, incluyendo hostilidad.

SEPTIEMBRE: Una mayoría abrumadora del panel de consejeros de la FDA determinó que los antidepresivos estaban relacionados con el incremento de riesgo provocar el suicidio y del comportamiento suicida entre los niños que los consumían.

OCTUBRE: La FDA ordenó a las compañías farmacéuticas que agregaran advertencias dentro de un “recuadro negro” (la advertencia más severa) a todas las etiquetas de los antidepresivos, ya que las drogas podrían causar pensamientos y acciones suicidas en niños y adolescentes.

OCTUBRE: En Nueva Zelanda, el Comité de Reacciones Adversas a las Medicinas, Medsafe, recomendó que los antidepresivos nuevos y antiguos no se administren a pacientes menores de 18 años, debido al riesgo potencial de suicidio

DICIEMBRE: La Autoridad Reguladora Británica de Productos para el Cuidado de la Salud emitió advertencias más fuertes de los riesgos de los antidepresivos en menores de 18 años y recomendó a los doctores que no los prescribieran.

DICIEMBRE: El Comité de Productos Medicinales de la Agencia de Medicinas Europea, (aproximadamente 25 países Europeos), recomendó que la información del producto debería cambiarse para los antidepresivos, para incluir la advertencia sobre el riesgo del comportamiento relacionado al suicidio de niños y adolescentes, y de las reacciones de abstinencia al detener el tratamiento

DICIEMBRE: La Administración Australiana de Productos Terapéuticos recomendó que los niños y adolescentes a quienes se les recetan antidepresivos SSRI, deberían ser monitorizados cuidadosamente por si aparecieran ideas suicidas. Se dijo que en un estudio sobre el Prozac, hubo un aumento en eventos psiquiátricos adversos, (actos y pensamientos de suicidio, daños a uno mismo, agresión, violencia).

DICIEMBRE: El Ministro de Salud de Francia advirtió que el uso de antidepresivos deberían ser prohibidos para menores.

DICIEMBRE: La FDA requirió que el empaque de la droga para el tratamiento de “TDAH” Strattera lleve una nueva advertencia, diciendo: “Un daño severo del hígado puede progresar hacia una falla grave de este, lo que puede resultar en la muerte o en un pequeño porcentaje de pacientes con necesidad de transplante de hígado”.

2005:

FEBRERO: Health Canada (Salud de Canadá, similar a la FDA), suspendió la venta del Adderall XR (Liberación prolongada) debido a los reportes de 20 muertes súbitas inexplicables (14 de ellas de niños) y debido a 12 ataques de apoplejía (2 en niños), en pacientes que estaban tomando el Adderall o Adderall XR.

MARZO: El Comité de Salud de la Cámara de los Comunes (Parlamento) del gobierno de Reino Unido reveló los resultados de su investigación sobre los tratamientos con benzodiazepinas (tranquilizantes menores) diciendo: «Los efectos secundarios del tratamiento con benzodiazepinas ahora se sabe incluyen sedación excesiva, atención disminuida, amnesia y dependencia a veces insuperable. La suspensión repentina puede desencadenar los síntomas severos de la abstinencia, incluyendo convulsiones en algunos pacientes.”

ABRIL: El Comité de Salud de la Cámara de los Comunes (Parlamento) del gobierno de Reino Unido reportó el hecho que los antidepresivos tipo SSRIs estaban siendo «prescritos indiscriminadamente a gran escala” y que los fabricantes de dichas drogas habían usado técnicas de mercadeo sin punición para promover el tratamiento de la “felicidad” que es parte de espectro de la vida, y no una condición médica.

ABRIL: La FDA publicó una advertencia con respecto al uso de drogas antipsicóticas en pacientes mayores con demencia, indicando que su uso puede aumentar el índice de mortalidad. La FDA pidió a los fabricantes que pusieran esta “nota de advertencia” en las cajas.

ABRIL: El Comité de Productos Medicinales para Uso Humano, de la Agencia de Medicinas Europea concluyó que los antidepresivos, SSRIs y SNRIs (Inhibidores Selectivos y Recaptadores de Serotonina y Norepinefrina) tipo-Prozac, estaban relacionados con un aumento del comportamiento suicida y con la hostilidad de los jóvenes.

JUNIO: La Administración de Alimentos y Drogas (FDA), anunció su intención de hacer cambios en las etiquetas para Concerta y otros productos que contienen metilfenidato (Ritalin) para incluir los “efectos adversos psiquiátricos como lo son las alucinaciones visuales, las ideas suicidas, el comportamiento psicótico, así como el comportamiento violento y agresivo”.

JUNIO: La FDA advirtió que el antidepresivo Cymbalta, podría aumentar el pensamiento o comportamiento suicida en los pacientes pediátricos que lo están tomando.

JUNIO: La FDA advirtió sobre un aumentado riesgo potencial de comportamiento suicida en adultos tomando antidepresivos, ampliando su advertencia anterior, relacionada únicamente con niños y adolescentes que estaban tomándolos.

JULIO: Salud de Canadá (Health Canada) dio un nuevo aviso precautorio sobre la información de seguridad sobre el uso de Paxil y de Paxil CR [liberación prolongada], que no se debía combinar con la droga antipsicótica Pimozida (Orap), porque «aumenta el nivel del pimozida (droga psiquiátrica antipsicótica para contrarrestar los tics) en la sangre, pudiendo ocasionar posibles arritmias severas (latidos del corazón irregulares)».

AGOSTO: La Administración de Bienes Terapéuticos de Australia (The Australian Therapeutic Goods Administration) reportó que el uso de antidepresivos ISRSs podía causar «la nueva ola de suicidios de los adultos, como también agitación, nerviosismo y ansiedad». Síntomas similares pueden presentarse al retirarlas.

AGOSTO: El Comité de Productos Medicinales para Uso Humano, de la Agencia de Medicinas Europea, publicó una advertencia más severa contra el uso del antidepresivos para niños en la que declara que las drogas causan el comportamiento suicida que incluyen intentos e ideas de suicidio, agresión, hostilidad comportamiento de oposición y enojo.

SEPTIEMBRE: La Administración de Bienes Terapéuticos de Australia advirtió que el uso de SSRI durante el embarazo puede causar “efectos severos de abstinencia o atentar contra la vida”.

SEPTIEMBRE: La Agenzia Italiana del Fármaco (agencia reguladora de drogas de Italia) ordenó una etiqueta de advertencia en los antiguos antidepresivos acerca de que no podían ser prescritos para menores de 18 años. También determinaron que las drogas estaban relacionadas con ataques cardiacos en personas de cualquier edad.

SEPTIEMBRE: La FDA publicó un aviso de advertencia para las mujeres embarazadas que toman Paxil y otros antidepresivos durante el primer trimestre de embarazo. Que las madres que toman Paxil exponen a sus bebes a un riesgo mayor de que nazcan con malformaciones congénitas como malformación del corazón en los recién nacidos.

SEPTIEMBRE: La FDA ordenó a Eli Lilly & Co. que revisara el etiquetado de Strattera para incluir una advertencia en las cajas sobre el riesgo creciente de que provoca pensamientos suicidas en los niños y adolescentes que toman la droga.

OCTUBRE: La FDA retiró el estimulante Cylert del mercado porque había un “riesgo total de toxicidad del hígado” y colapso hepático.

OCTUBRE: La FDA ordenó a Eli Lilly & Co. incluir una advertencia en las cajas de Cymbalta que puede provocar daño en el hígado.

NOVIEMBRE: La FDA aprobó un re-etiquetamiento para el antidepresivo Effexor (Venlafaxina) ER (liberación prolongada), que indique que éste puede causar pensamientos suicidas.

DICIEMBRE: Health Canada publicó una advertencia importante sobre las mujeres embarazadas que consumen Paxil, que ellas ponían a sus recién nacidos en riesgo de que nacieran con malformaciones congénitas.

2006:

FEBRERO: Un comité consultivo de la FDA ordenó a las compañías farmacéuticas agregar un “recuadro negro” a las cajas de todas las drogas usadas para el “TDAH”, incluyendo se agregaran advertencias de que pueden causar ataques cardiacos, derrames cerebrales y muerte repentina.

FEBRERO: El Ministro de Salud de Japón ordenó a los fabricantes de los antidepresivos que añadieran advertencias a los empaques con leyendas de que las drogas podían provocar el suicidio.

FEBRERO: La Agencia Británica Reguladora de Medicina y de los Productos para el Cuidado de la Salud anunció que el Strattera estaba asociado con convulsiones y con un potencialmente peligroso descenso del ritmo cardiaco. También advirtió sobre la posibilidad de problemas cardiacos cuando Strattera se combinaba con otros antidepresivos como Prozac y Paxil.

FEBRERO: Health Canada aprobó una nueva advertencia en la etiqueta de Paxil de que en algunos pacientes podían “experimentar sensaciones no comunes de agitación, agresividad o ansiedad o podían experimentar pensamientos impulsivos o perturbadores, tales como el deseo de autodañarse o dañar a otros”.

MARZO: Health Canada publicó una advertencia de que las mujeres embarazadas que toman ISRSs y otros nuevos antidepresivos ponen a los recién nacidos en riesgo de que desarrollen una malformación pulmonar y cardiaca.

Mayo: Health Canada publicó nuevas advertencias para todas las drogas que se prescriben para el “TDAH” incluyendo el riesgo de la muerte repentina. El Consejo Público advirtió que los estimulantes puedan aumentar el ritmo cardíaco y la presión arterial y que éstos puede dar lugar a los “paros cardiacos, a derrames cerebrales o a muertes repentinas”.

JUNIO: El Ministro de Salud de Japón ordenó a GlaxoSmithKline que cambiara los insertos de los empaques de Paxil con notas precautorias de que podía causar intentos de suicidio en adultos jóvenes.

JULIO: La FDA pidió que las etiquetas de los antidepresivos enumeraran que la droga conlleva el riesgo potencial de una condición pulmonar fatal en los recién nacidos cuyas madres toman SSRIs durante el embarazo.

JULIO: La FDA alertó a las personas que padecen migrañas que toman su medicamento junto con antidepresivos tipo SSRI pueden poner en riesgo la vida por la condición llamada Síndrome de la serotonina.

AGOSTO: La FDA ordenó a los fabricantes de drogas para el “TDAH” que adviertan que las drogas pueden causar: la supresión del crecimiento, psicosis, “enfermedad bipolar”, agresividad, y efectos secundarios cardiovasculares “serios» y que el uso erróneo puede conducir a la muerte repentina por ataques cardiacos y derrames cerebrales.

AGOSTO: La FDA pidió una “advertencia dentro de un recuadro negro” para la anfetamina Dexedrina, que se prescribe para el “TDAH”, y que ésta también, puede causar la muerte repentina con dosis normales prescritas a los niños con problemas cardiacos.

OCTUBRE: La FDA advirtió a los doctores que limitaran la cantidad de píldoras del antidepresivo Effexor que ellos prescriben a los pacientes a fin de reducir el riesgo de sobredosis, por las muertes y daños serios causados en los pacientes.

OCTUBRE: La Administración Australiana de Bienes Terapéuticos ordenó a los fabricantes de las drogas para el “TDAH”, Ritalín, Strattera y dexanfetaminas que añadieran advertencias más serias a su información por las quejas de que el Ritalín causa dolores de cabeza, náuseas, anorexia, somnolencia, depresión; Strattera causa agresividad; y la dexanfetamina provoca agitación taquicardia (ritmo cardiaco acelerado), hipertonía (anormalidad por tensión muscular) hiperkinesia (espasmos musculares) e insomnio.

NOVIEMBRE: La Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos para el Cuidado de la Salud de Reino Unido hizo una actualización a la información del Metilfenidato (Ritalín) para que “advirtieran sobre los serios efectos adversos cardiovasculares”.

NOVIEMBRE: La FDA advirtió que personas bajo el tratamiento de Metadona, y a causa de sobredosis, habían muerto o sufrido efectos secundarios que habían puesto su vida en peligro. Efectos tales como dificultades respiratorias y cambios peligrosos del ritmo cardiaco imperceptibles para el paciente.

DICIEMBRE: El Comité de Psicofarmacología de la FDA, dijo que existía evidencia suficiente para aumentar las advertencias dentro del etiquetado de “recuadro negro” de los antidepresivos para personas de 18 a 24 años.

2007:

MARZO: La FDA advirtió que las píldoras para dormir (productos con poder sedante-hipnótico) pueden provocar un peligroso efecto secundario de dormirse al manejar – los consumidores condujeron mientras que no están completamente conscientes y no tenían memoria de haberlo hecho.

ABRIL: En Nueva Zelanda, los profesionales de salud fueron advertidos de que debían monitorear a los pacientes que toman el antipsicótico Clozapine después de que 5 personas murieran por un trastorno agudo de sangre, estreñimiento severo y otros efectos secundarios.

ABRIL: La Administración de Bienes Terapéuticos de Australia le ordenó al fabricante de la pastilla para dormir Stilnox, que aumentara la advertencia de que al mezclar ésta con bebidas alcohólicas había reportado comportamientos extraños y peligrosos como padecer sonambulismo, alucinaciones y amnesia.

MAYO: La FDA extendió las advertencia de “recuadro negro” para los antidepresivos para incluir que inducen al suicidio a las personas de 18 a 24 años.

MAYO: La Agencia Reguladora de Medicamentos de Alemania (BfArM) emitió una advertencia que Paxil podía incrementar el riesgo de malformación en el corazón de los recién nacidos si la madre consumía la droga durante el embarazo.

JUNIO: El Ministro de Salud de Japón ordenó a las compañías farmacéuticas que cambiaran la información en las hojas de los sedantes para advertir que estas drogas tienen efectos potencialmente dañinos.

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